Africa Planta Cara a La união Europeia
Ana Carbajosa
Cinco años de negociaciones no han bastado para resolver las tensiones comerciales que Europa mantiene con sus antiguas colonias. El 1 de enero expiran los llamados acuerdos de Cotonou, que eximen de pagar aranceles a los productos que llegan a la Unión Europea procedentes de unos 80 países de África, Caribe y el Pacífico (ACP). Si no hay acuerdo, habrá aranceles, advierte Bruselas, empeñada en pactar con esas naciones nuevos acuerdos de libre comercio que sustituyan a los preferenciales y que otorguen nuevas exenciones arancelarias a los países en desarrollo. Pero los planes de la Comisión Europea se han topado con la negativa de algunos países, sobre todo de África, que miran con recelo estos nuevos acuerdos que entrarían en vigor en enero del año que viene.
Los acuerdos en cuestión, conocidos como EPAS por sus siglas en inglés, establecen la apertura de los mercados europeos a los bienes africanos para todos los productos, excepto para el azúcar y el arroz, con una liberalización progresiva. A cambio, los países ACP tendrán que eliminar paulatinamente sus tarifas a la importación de productos europeos. Bruselas, siempre devota de los beneficios del libre comercio, asegura que con estos acuerdos pretende contribuir al desarrollo de los países pobres. Las buenas intenciones han topado, sin embargo, con una nueva determinación africana, que ha plantado cara a los europeos, a quienes se acusa de resucitar los tics colonialistas. Algunos países africanos, con Senegal y Suráfrica a la cabeza y apoyados por campañas de ONG como Oxfam además de académicos y think tanks, acusan a los europeos de querer inundar los mercados africanos y de obligarles a prescindir de los ingresos aduaneros, vitales para sus débiles economías.
Las relaciones comerciales euroafricanas reflejan un déficit para los europeos de 35.000 millones de euros, un 18% más que el año pasado, según cifras de Eurostat. El gas y el petróleo representan cerca de la mitad de las exportaciones africanas a Europa, entre las que abundan otras materias primas como el cacao, el algodón o los diamantes. La UE exporta al continente africano productos manufacturados como maquinaria, automóviles o teléfonos móviles.
La Comisión Europea no ha ocultado su desesperación ante la negativa de algunos países ACP a aceptar una oferta que Bruselas considera irrechazable. Argumenta que los nuevos acuerdos comerciales ayudarán a reforzar los intercambios entre las propias regiones africanas y que atraerán a más inversores extranjeros. Ofrece, además, unos voluminosos paquetes de ayuda para compensar las pérdidas de ingresos por aranceles. E insiste en que la negociación de nuevos acuerdos y el fin de los existentes no parte de Bruselas, sino de la Organización Mundial del Comercio (OMC), cuyas reglas establecen la ilegalidad de las preferencias actuales a partir del 1 de enero. "Este acuerdo ayudará a la liberalización progresiva, el buen gobierno económico, la integración regional, y pondrá el comercio al servicio del desarrollo", dijeron recientemente en un comunicado el comisario de comercio, Peter Mandelson, y el responsable de la UE de Ayuda Humanitaria, Louis Michel.
Los acuerdos en cuestión, conocidos como EPAS por sus siglas en inglés, establecen la apertura de los mercados europeos a los bienes africanos para todos los productos, excepto para el azúcar y el arroz, con una liberalización progresiva. A cambio, los países ACP tendrán que eliminar paulatinamente sus tarifas a la importación de productos europeos. Bruselas, siempre devota de los beneficios del libre comercio, asegura que con estos acuerdos pretende contribuir al desarrollo de los países pobres. Las buenas intenciones han topado, sin embargo, con una nueva determinación africana, que ha plantado cara a los europeos, a quienes se acusa de resucitar los tics colonialistas. Algunos países africanos, con Senegal y Suráfrica a la cabeza y apoyados por campañas de ONG como Oxfam además de académicos y think tanks, acusan a los europeos de querer inundar los mercados africanos y de obligarles a prescindir de los ingresos aduaneros, vitales para sus débiles economías.
Las relaciones comerciales euroafricanas reflejan un déficit para los europeos de 35.000 millones de euros, un 18% más que el año pasado, según cifras de Eurostat. El gas y el petróleo representan cerca de la mitad de las exportaciones africanas a Europa, entre las que abundan otras materias primas como el cacao, el algodón o los diamantes. La UE exporta al continente africano productos manufacturados como maquinaria, automóviles o teléfonos móviles.
La Comisión Europea no ha ocultado su desesperación ante la negativa de algunos países ACP a aceptar una oferta que Bruselas considera irrechazable. Argumenta que los nuevos acuerdos comerciales ayudarán a reforzar los intercambios entre las propias regiones africanas y que atraerán a más inversores extranjeros. Ofrece, además, unos voluminosos paquetes de ayuda para compensar las pérdidas de ingresos por aranceles. E insiste en que la negociación de nuevos acuerdos y el fin de los existentes no parte de Bruselas, sino de la Organización Mundial del Comercio (OMC), cuyas reglas establecen la ilegalidad de las preferencias actuales a partir del 1 de enero. "Este acuerdo ayudará a la liberalización progresiva, el buen gobierno económico, la integración regional, y pondrá el comercio al servicio del desarrollo", dijeron recientemente en un comunicado el comisario de comercio, Peter Mandelson, y el responsable de la UE de Ayuda Humanitaria, Louis Michel.
Mala imagen
A pesar de las duras acusaciones africanas, la Comisión Europea ha decidido no rebajar la presión y tratar de arrancar acuerdos al máximo número de países posible antes de fin de año. Algunos líderes europeos temen, sin embargo, el daño a la imagen de la UE que está causando la batalla y piden a la Comisión flexibilidad a la hora de negociar. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, dijeron comprender las preocupaciones africanas y trataron de tender puentes mostrándose más comprensivos con los africanos durante la pasada cumbre euroafricana, celebrada el 8 y 9 de diciembre en Lisboa. Reino Unido, Irlanda y Holanda entregaron una declaración a los titulares de Exteriores de la UE en la que exigían a la Comisión Europea "flexibilidad a la hora de alcanzar acuerdos sobre el comercio de bienes a finales de 2007 y evitar que los países ACP se encuentren en una situación más desfavorable que la actual a partir del 1 de enero".
Pese a los temores y reticencias, los ministros de Exteriores de los Veintisiete respaldaron la semana pasada la estrategia negociadora de Mandelson de no bajar la guardia. La idea de la Comisión Europea es mantener la amenaza de nuevas tarifas hasta el último momento con la idea de que la mayoría de los países ACP terminen por pasar por el aro, o al menos aquellos que se verían seriamente perjudicados si pierden el trato preferencial el 1 de enero sin haber firmado un nuevo acuerdo. Cerca de 40 países de África, el Caribe y el Pacífico ya han firmado los acuerdos. En el caso de los caribeños son las llamadas EPAS completas, es decir, las que incluyen también la liberalización de servicios. Los africanos son, sin embargo, acuerdos interinos que se ocupan sólo de los bienes.
Países como Senegal, uno de los que más ruido ha hecho en contra de las EPAS, no se verán afectados por el fin de los acuerdos preferenciales a fin de año, ya que se encuentra en el llamado grupo de países menos avanzados, que gozan en cualquier caso de exenciones arancelarias en virtud del programa conocido como Todo menos armas. Suráfrica, el otro gran batallador, tampoco tiene mucho que perder si no firma, ya que mantiene un acuerdo bilateral con la UE que contempla similares beneficios. Pero para países como, por ejemplo, Namibia, gran exportador de productos cárnicos, la imposición de nuevas tarifas a partir del 1 de enero sí supondría un serio revés económico que la UE quiere evitar a toda costa. Convencer a países como Namibia se ha convertido en la prioridad de Bruselas, que ya no pretende que todos y cada uno de los ACP firmen antes de fin de año.
"La camisa de fuerza no funciona"
A pesar de las duras acusaciones africanas, la Comisión Europea ha decidido no rebajar la presión y tratar de arrancar acuerdos al máximo número de países posible antes de fin de año. Algunos líderes europeos temen, sin embargo, el daño a la imagen de la UE que está causando la batalla y piden a la Comisión flexibilidad a la hora de negociar. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, dijeron comprender las preocupaciones africanas y trataron de tender puentes mostrándose más comprensivos con los africanos durante la pasada cumbre euroafricana, celebrada el 8 y 9 de diciembre en Lisboa. Reino Unido, Irlanda y Holanda entregaron una declaración a los titulares de Exteriores de la UE en la que exigían a la Comisión Europea "flexibilidad a la hora de alcanzar acuerdos sobre el comercio de bienes a finales de 2007 y evitar que los países ACP se encuentren en una situación más desfavorable que la actual a partir del 1 de enero".
Pese a los temores y reticencias, los ministros de Exteriores de los Veintisiete respaldaron la semana pasada la estrategia negociadora de Mandelson de no bajar la guardia. La idea de la Comisión Europea es mantener la amenaza de nuevas tarifas hasta el último momento con la idea de que la mayoría de los países ACP terminen por pasar por el aro, o al menos aquellos que se verían seriamente perjudicados si pierden el trato preferencial el 1 de enero sin haber firmado un nuevo acuerdo. Cerca de 40 países de África, el Caribe y el Pacífico ya han firmado los acuerdos. En el caso de los caribeños son las llamadas EPAS completas, es decir, las que incluyen también la liberalización de servicios. Los africanos son, sin embargo, acuerdos interinos que se ocupan sólo de los bienes.
Países como Senegal, uno de los que más ruido ha hecho en contra de las EPAS, no se verán afectados por el fin de los acuerdos preferenciales a fin de año, ya que se encuentra en el llamado grupo de países menos avanzados, que gozan en cualquier caso de exenciones arancelarias en virtud del programa conocido como Todo menos armas. Suráfrica, el otro gran batallador, tampoco tiene mucho que perder si no firma, ya que mantiene un acuerdo bilateral con la UE que contempla similares beneficios. Pero para países como, por ejemplo, Namibia, gran exportador de productos cárnicos, la imposición de nuevas tarifas a partir del 1 de enero sí supondría un serio revés económico que la UE quiere evitar a toda costa. Convencer a países como Namibia se ha convertido en la prioridad de Bruselas, que ya no pretende que todos y cada uno de los ACP firmen antes de fin de año.
"La camisa de fuerza no funciona"
Los acuerdos para abrir los mercados europeos y africanos no estaban en la agenda y, sin embargo, fueron el tema dominante de la cumbre euroafricana celebrada en Lisboa hace apenas diez días. Las delegaciones europeas quisieron evitar hasta el final que la guerra comercial ensombreciera una cumbre que se perfilaba histórica, ya que no se celebraba desde hacía siete años y pretendía abrir el paso a una nueva relación euroafricana más madura y menos centrada en la relación donante-receptor.
Pero algunos líderes africanos, como el senegalés Abdoulaye Wade, se encargaron de aguar la fiesta a los europeos dejando de lado el siempre tímido lenguaje diplomático y denunciando presiones por parte de los europeos. "La camisa de fuerza no funciona. No puede ser que nos den un papel fabricado allí [en Bruselas] y nos lo hagan firmar", se quejó Wade ante la prensa, a la vez que pidió "una movilización de intelectuales, mujeres y jóvenes africanos" en contra de las EPAS.
El presidente senegalés presentó a sus homólogos europeos durante la cumbre una declaración secundada por el presidente surafricano, Thabo Mbeki, en la que ambos expresaron su oposición a los acuerdos comerciales que patrocina Bruselas. En nombre de la Unión Africana, Alpha Omar Konare acusó a la UE de querer dividir a los países africanos con el asunto de las EPAS. El comisario de Comercio europeo, Peter Mandelson, ha calificado de "insultante" que los africanos digan que "han sido forzados a hacer algo que no deseaban", y el presidente de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durão Barroso, se comprometió a sentarse a la mesa de negociación a partir del año que viene con cada una de las regiones africanas para evaluar las necesidades específicas de cada mercado.
Mientras tanto, el reloj de la cuenta atrás corre y los países africanos disponen apenas de días para decidir si firman o no unos acuerdos que para algunos son lentejas, pero que podría costarles muy caro si las dejan.
http://www.elpais.com/articulo/economia/Africa/planta/cara/Union/Europea/elpepueconeg/20071223elpnegeco_1/Tes
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