sábado, setembro 11, 2010

Serviço Social:Um Século de Mulheres Na Universidade Espanhola

Un siglo de mujeres en la Universidad
CATALINA LARA

El pais 11 de Setembro
Este curso académico que comienza, el 2010-11, parece un curso más, quizá con la novedad de la implantación de algunos nuevos estudios de grado o la consolidación del llamado Plan Bolonia, pero nada extraordinario, aparentemente. Sin embargo lo es. Hace 100 años, el comienzo del curso 1910-11 iniciaba una era en España: la del libre acceso de las mujeres a la Universidad. Se ponía en práctica así lo legislado en una Real Orden de marzo de ese año liberando a las mujeres de la necesidad de contar con los permisos del padre y de la autoridad académica correspondiente para poder cursar estudios secundarios y universitarios.

Desde prácticamente mediados del siglo XIX, algunos sectores de la sociedad habían intentado de forma directa o indirecta que mujeres extraordinarias de su familia pudiesen recibir enseñanzas universitarias. Algunos destacados educadores como Fernando de Castro, rector de la Universidad Central de Madrid y fundador de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer y la Escuela de Institutrices, o Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, entre otros, habían apostado abiertamente por la educación de las mujeres como factor de desarrollo de España.

No lo tuvieron fácil. Pero se dio aquí un hecho diferencial respecto a otros países europeos en la lucha por los derechos de las mujeres: junto a señoras de la enorme talla intelectual de Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán, por citar solo dos, estuvieron en primera fila señores comprometidos y valientes que luchaban no solo por la justicia de la idea, sino también por los derechos de sus propias hijas, esposas o hermanas.

Un refuerzo importante en aquel impulso de educar a las mujeres vino de Estados Unidos con Alice Gordon Gulick y su International Institute for Girls in Spain, establecido en Santander y San Sebastián y posteriormente en Madrid. En este centro, profesoras americanas educadas en los colleges femeninos de Massachusetts empezaron a instruir con métodos didácticos americanos a jóvenes españolas que después se examinaban por libre en nuestros institutos y universidades, al tiempo que proporcionaban modelos femeninos inéditos en la sociedad española: mujeres cultas, profesionales, elegantes, inteligentes e independientes.

La colaboración entre el Instituto Internacional y la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (la JAE), creada en 1907 y dirigida de facto por José Castillejo, daría como resultado la posibilidad de que muchas de las escasas universitarias españolas pudiesen trasladarse como becarias de la JAE a universidades norteamericanas, en programas de intercambio, para ampliar su formación académica, educativa y social, y cristalizaría en 1915 en la Residencia de Señoritas de Madrid, que alojaba estudiantes de toda España, y de su Laboratorio Foster de Química, donde se impartían cursos prácticos reconocidos por las Facultades de Ciencias y Farmacia.

Castillejo tuvo mucho que ver en aquella Real Orden de 1910. También Julio Burell, ministro de Instrucción Pública unos meses después, que en septiembre de ese año promulgó otra Real Orden que disponía que "la posesión de los diversos títulos académicos habilitará a la mujer para el ejercicio de cuantas profesiones tengan relación con el Ministerio de Instrucción Pública", incluyendo explícitamente la posibilidad de opositar a cátedras. Él también estaba comprometido con la educación de las mujeres. Su hija Consuelo estudiaba en el Instituto-Escuela de la Institución Libre de Enseñanza y pudo cursar una licenciatura. Años después llegaría, como catedrática de Lengua y Literatura, al Instituto de Las Palmas y tendría como alumna a una chica deportista y rebelde, Carmen Laforet, a quien las enseñanzas de Consuelo y su forma de estar en el mundo la hicieron sentir por ella una viva amistad que se mantuvo casi hasta la muerte de Consuelo. Al terminar la guerra, una jovencísima Laforet se trasladó a Barcelona donde escribiría su extraordinaria primera novela Nada. Las semillas germinaron y fructificaron, en este y otros muchos campos, aun después de haber arrasado con todo aquello la Guerra Civil.

Al comenzar este curso no podemos por menos que mirar atrás y ver el largo camino recorrido en la integración de las mujeres como ciudadanas de pleno derecho en nuestra sociedad. Primero fue el derecho a una educación equivalente a la de los varones y el de ser nosotras mismas educadoras. Luego, en 1931, el derecho al voto, que se perdería para toda la ciudadanía durante 41 años, desde 1936 a 1977. También pudo parecer en los años de posguerra que las mujeres se retiraban de las universidades, pero, tras un paréntesis, las jóvenes españolas irrumpieron en las aulas universitarias durante la década de los cincuenta para quedarse, y actualmente son mayoría entre el alumnado universitario español.

Hoy aún tenemos pendiente la plena integración social de las mujeres, sin costumbres que nos marginen, sin prejuicios que nos minusvaloren. Hombres y mujeres somos diferentes, afortunadamente, pero no desiguales. Y la bendita educación es, no solo como pensaban Arenal, Giner, o Castillejo, un motor de desarrollo de la sociedad, sino también uno de los factores que impulsan día a día una sociedad más justa y equitativa. Tenemos motivos para celebrar este centenario.

segunda-feira, setembro 06, 2010

Serviço Social :The Clinic, Boby Sands e a Greve dos Mapuches

Greve  de Fome Mapuche:
¿ate quando?

En 1976, Bobby Sand, uno de los más activos luchadores de la causa irlandesa fue tomado prisionero por tercera vez. Católico, miembro del IRA, creció bajo la lógica de la lucha por una independencia que creía necesaria para su pueblo. Él, como muchos otros iguales a él, vivía como ciudadano de segunda clase en una Irlanda dominada por el poder británico que se imponía con violencia y muerte, con la fuerza de los poderosos acostumbrados a colonizar y a fijar las reglas del juego.
Durante los primeros tiempos de la década de los 80, Bobby Sand mantuvo sus demandas y, junto a otros prisioneros, comenzó una huelga de hambre, exigiendo ser considerados presos políticos, reivindicación que les fue negada. El movimiento de protesta carcelario fue tomando fuerza: comenzaron a ser conocidos como “los hombres de las mantas”. 66 días después de iniciada la huelga, Sand murió. No fue el último en morir. Después de él, 10 activistas más, que lo acompañaban tras las rejas, perdieron la vida.
Más allá de lo que se pueda pensar de las prácticas del IRA, lo real es que en esa contienda de poderes ganó el prisionero, aunque el precio que tuvo que pagar le haya costado la vida. Hoy el nombre de Bobby Sand es conocido en casi todos los rincones del mundo. Para bien o para mal, este irlandés, acostumbrado a los riscos, a la segregación, a las montañas, a la neblina, al miedo, a las tabernas y a la fuerza, no terminó de morir nunca. Ganó.
Nosotros no tenemos un imperio que nos domine. En Chile no estamos divididos entre católicos y protestantes. No. Nosotros, además de muchas cosas, estamos divididos entre los que nos creemos ciudadanos de “primera clase” versus aquellos a los que en una suerte de resabio cultural seguimos viendo como personajes ajenos. Mapuches mañosos, mapuches que tutean, mapuches incendiarios, mapuches que estorban, mapuches que sirven para servir en nuestras casas; mapuches peleadores, mapuches lampiños, mapuches insolentes; mapuches, mapuches, mapuches. Indígenas al fin y al cabo.
Y siempre se nos olvida que llegaron mucho antes que nosotros…
Hoy, una treintena de ellos cumple 56 días en huelga de hambre. No han sido titular de noticias, no han viajado a visitarlos ni conjuntos musicales ni excéntricos millonarios que regalan sus sobras en aras de la popularidad. Tampoco las cámaras de televisión persiguen a sus familiares, ni se leen las cartas que desde la cárcel envían a sus mujeres y sus hijos, ni hay ministros apostados in situ para llevar consuelo y calma a los que ven la muerte aparecer entre los árboles sureños.
Aquí no hay reality, aquí hay realidad. Una realidad incómoda, que estorba, que no da rating ni permite encumbrarse en las encuestas. Aquí está lo “políticamente incorrecto”, la piedra en el zapato, las comillas que convierten su causa en eufemismo, la estigmatización y las narices que se tapan al igual que los ojos.
Ellos no piden ser liberados, piden ser procesados en justicia y con justicia. ¿Y qué hacemos nosotros mientras tanto? ¿Contamos los días y los marcamos en algún calendario de nuestras consciencias o miramos para el lado? ¿Qué hacemos? ¿Hasta cuándo y hasta cuánto?
Nuestro silencio si no habla y grita se convierte en cómplice. Nuestra indolencia y prejuicio si no reacciona, mata. Nuestra pasividad si no reclama enflaquece. Nuestro asombro si no se asombra nos quita un poco de vida todos los días.
Yo no quiero mineros atrapados 700 metros bajo la tierra porque sus patrones los explotan obligándolos a trabajar en condiciones miserables. Pero tampoco quiero que se me instale en la retina la cara de un mapuche muerto. No quiero. No quiero domingos sangrientos y lunes de olvido.
No quiero otro Bobby Sand, aunque en días como estos no dejo de recordarlo y su sombra imaginaria se me aparezca por todos mis costados

http://alejandrajorquerab.blogspot.com/2010_09_01_archi
http://www.theclinic.cl/2010/09/06/huelga-de-hambre-mapuche-¿hasta-cuando/

Serviço Social Associação de Cabo Verde em Sintra Portugal